Antes de que un producto de higiene salga al mercado, como cosmético de higiene, es necesario llevar a cabo una serie de ensayos sobre el producto.
Entre ellos, se encuentran:
-Poder detergente
-Poder humectante
-Poder Espumante
Por un lado, el poder detergente mide la aptitud del producto para remover y movilizar la suciedad existente sobre la superficie de la piel o el cabello, que generalmente es de tipo graso. Su determinación suele realizarse mediante el método de Barnett y Powers, y se basa en la determinación del poder desengrasan del producto en una madeja de lana embebida durante cinco minutos, en grasa de lana a 55ºC. La madeja se escurre, se aclara y posteriormente se somete a una extracción en éter de petróleo. Otra madeja no tratada con el producto, pero también engrasada, se somete a la misma extracción y, por diferencia, se calcula la cantidad de grasa eliminada por la acción del producto sometido a ensayo.
Por otro lado, con respecto al poder humectante existen diferentes métodos, pero el más común es el test de Draves, que define el poder humectante o mojan como el tiempo que emplea el producto objeto de estudio en provocar descenso de una mecha de algodón crudo introducido en su seno. En líneas generales, el test consiste en introducir una mecha de algodón crudo de dos hebras en una probeta que contiene una determinada cantidad de producto mantenido a una temperatura constante. Al principio, la mecha flota en el interior de la solución, al mojarse y aumentar su peso hace que descienda en el seno de la solución. Se define como tiempo de humectado el intervalo existente entre el instante en que la mecha se introduce en la solución y el inicio de se descenso.
Y, por último, el poder espumante. La presencia de espuma en un cosmético no es imprescindible para que este ejerza su acción limpiadora. Incluso en ocasiones puede suponer un inconveniente, como el caso de los champúes, que al aumentar la carga electrostática del cabello se dificulta el posterior peinado de éste, pero el consumidor suele asociar el binomio "mayor cantidad y consistencia de espuma/mayor eficacia y calidad del producto". Por tanto, hemos de tener muy en cuenta las características de la espuma que presente el producto. Dado que la cantidad y calidad de la espuma pueden interferir en función de la composición del agua de lavado (dura o blanda), los test de evaluación del poder espumante suelen desvincularse del empleo de agua.
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